Muchas personas suelen confundir los frutos secos con los frutos deshidratados, son diferentes, aunque comparten características similares que los hacen beneficiosos en nuestra dieta diaria.
¿Son los mismo los frutos secos con los deshidratados?
El fruto seco está compuesto naturalmente por menos de 50 por ciento de agua sin la manipulación humana y por lo general está rodeado de una dura cascara como el caso del maní, nuez, pistachos, entre otros.
Por su parte, las frutas deshidratadas son el resultado de un proceso de secado mediante el cual se elimina el agua con la finalidad de conservarlas por un periodo de tiempo duradero. Como ejemplo de este procedimiento podemos tomar alas pasas de uva y ciruelas.
La manipulación del producto es una de las características más notorias en cuanto a sus diferencias, ya que los secos son de origen natural y los deshidratados se obtienen tras varias técnicas de secado.
Dentro de las propiedades de las frutas que previamente han sido deshidratadas encontramos aportes energéticos y de nutrientes más allá de la eliminación del agua. Una de sus principales características es su alto contenido en fibra, razón por la cual se convierte en un excelente alimento para prevenir el estreñimiento y ayudar al funcionamiento intestinal.
Las frutas deshidratadas aportan hierro y calcio.
Asimismo, las frutas deshidratadas constituyen una buena fuente de hierro y suman calcio a la dieta. En general aportan una buena fuente de potasio y de vitaminas del complejo B, así como de vitamina E y otros antioxidantes, por lo que son una opción ideal para deportistas que buscan recuperarse luego de un esfuerzo intenso, como también resultan apropiadas para quienes tienen hipertensión arterial, dado su bajo contenido en sodio y su riqueza en otros micronutrientes.
Por su efecto saciante se recomienda como una alternativa saludable en tus meriendas siempre y cuando sea bajo el consumo adecuado debido a que poseen, al igual que los frutos secos, muchas calorías.